Ella era como yo, se parecía en casi todo menos en la mirada. si bien
teníamos los mismos ojos y al mirarnos no encontrábamos diferencia, la
había… su mirada era más fría, más oscura, más penetrante. Cuando noté
que sus ojos se habían fijado en los míos comenzé a incomodarme, ella me
daba miedo, algo me decía que no debía confiar, que debía alejarme.
Comenzé a girar y noté que ella hacía lo mismo, me volví. Porqué se
marchaba si intentaba intimidarme? Volvió a clavar sus ojos en mí, esta
vez con más frialdad, más oscuros, hasta con un toque de enojo.
-No me
das miedo!, le grité mintiendo y giré para marcharme, pero noté que
ambas hicimos lo mismo y ambas nos volvimos a un mismo tiempo. Me
acerqué más a ella, ella se acercó,
- Te odio, me dijo.
Noté que su
ira se había transformado en tristeza.
- No entiendo, no
me conoces, porqué me odias?.
- Tan tonta eres, no te
has dado cuenta? te odio porque tú eres yo.
Acerqué mi mano y toqué el
frío espejo. Giré para marcharme pero me volví y le dije:
- lo siento,
nunca quise convertirme en esto que soy.
Y llorando ambas nos marchamos
en silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario