El mundo desde mi pecera

"Dicen que la memoria de algunos peces apenas supera unos pocos segundos. Tiene gracia si vives en una pecera: a cada vuelta, puedes descubrir y descubrir, una y otra vez, el mismo castillo sumergido. También tiene su inconveniente siniestro. La memoria del pez es tan corta que, a cada rato, debe acordarse de respirar. Toda su vida se resume en una infinita sensación de ahogo."

jueves, 15 de diciembre de 2011

El trabajo en equipo.

   Trabajo en un lugar sin nombre, repleto de gente sin nombre que camina por los pasillos con la mirada ausente y arrastra consigo tantas pero tantas frustraciones, miedos y dudas, que casi no pueden caminar. Llegan a las 6 en punto y fichan. Se sientan en su escritorio, ese que le designaron hace años y que no han cambiado y que creen suyo, ese, que se ha convertido en su pequeño mundo, aislados. Se sientan frente a la computadora y levantan la vista de vez en cuando, solo para asegurarse de que ninguno de sus compañeros de trabajo esté haciendo algo que pueda molestarlos. Cuanto más tiempo llevan trabajado allí más es la oscuridad que los embarga, oculta tras un manto de risas falsas pero evidente en las esquivas miradas y los comentarios sarcásticos, único modo que tienen de canalizar su envidia y su ambición frustrada. El nuevo siempre cargará por un tiempo sobre su espalda ojos y susurros, quizás pequeñas maldades, él sufrirá, pero no por mucho tiempo porque pronto será uno de ellos.
Alguien prepara el mate y el resto lo festeja, luego dirán que es lo único que hace; alguien se ofrece a ayudar porque ha terminado su parte del trabajo, aceptan contentos la oferta con adulaciones por su rapidez, después dirán que quiere que todos crean que es el mejor; alguien propone una nueva forma de realizar el trabajo, todos lo miran en silencio, no fue necesario decirle nada, entendió que las cosas son como son cuando uno llega y lo nuevo no es bien aceptado. Al final de la jornada, mientras se van preparando para irse, algunos charlan, y mientras se saludan y se despiden, hablan de lo bello que es trabajar entre ellos, "así en equipo las cosas se hacen mejor" dice uno, pensando en cómo lograr fastidiar el trabajo del otro mañana.

Aquí les traigo este pequeño cuento que al leerlo por primera vez no dudé en llevarlo a mi trabajo, reunirlos a todos y leerselos, a todos les encantó, obviamente, pero todos sabemos lo que estaban pensando.




 Asamblea en la carpintería


Hubo en la carpintería una extraña asamblea;
las herramientas se reunieron para arreglar sus
diferencias. El martillo fue el primero en ejercer
la presidencia, pero la asamblea le notificó
que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado
ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo reconoció su culpa, pero pidió
que fuera expulsado el tornillo: había que darle
muchas vueltas para que sirviera de algo.
El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió
la expulsión de la lija: era muy áspera en su
trato y siempre tenía fricciones con los demás.
La lija estuvo de acuerdo, con la condición
de que fuera expulsado el metro, pues se la
pasaba midiendo a los demás, como si el fuera
perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal
e inició su trabajo, utilizando alternativamente
el martillo, la lija, el metro y el tornillo
Al final, el trozo de madera se había
convertido en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la
asamblea reanudó la deliberación. Dijo el
serrucho: “Señores, ha quedado demostrado
que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja
con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace
valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras
flaquezas, y concentrémonos en nuestras
virtudes”. La asamblea encontró entonces que
el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba
solidez, la lija limaba asperezas y el metro era
preciso y exacto. Se sintieron como un equipo
capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias
pasaron a segundo plano.



Cuando el personal de un equipo de trabajo
suele buscar defectos en los demás, la situación se
vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar
con sinceridad de percibir los puntos fuertes de
los demás, florecen los mejores logros. Es fácil
encontrar defectos —cualquier necio puede
hacerlo—, pero encontrar cualidades es una
labor para los espíritus superiores que son
capaces de inspirar el éxito de los demás.



viernes, 9 de diciembre de 2011

La ranita sorda...


Si hay algo que más me cuesta modificar de mi personalidad es darle la importancia justa a las cosas y a las personas, me cuesta no sentirme herida cuando alguien me dice algo que me daña, pero a veces no vale la pena escuchar, y sin embargo lo hago y me afecta. Encontré este pequeño cuento y lo adoré, hay que hacer oídos sordos a todos aquellos que solo tienen palabras negativas para con nosotros, los que te tiran abajo, los que no te dejan ni soñar. Espero que les guste y les sirva para saber que nada ni nadie puede impedir que logres tus objetivos y seas feliz, siempre hacia adelante y luchando.

La ranita sorda

Un grupo de ranas viajaba por el bosque,
cuando de repente dos de ellas cayeron en un
pozo profundo. Las demás se reunieron
alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo
que era, le dijeron a las caídas que, para efectos
prácticos, debían darse por muertas. Sin
embargo, ellas seguían tratando de salir del
hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían
que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas atendió a lo que
las demás decían, se dio por vencida y murió.
La otra continuó saltando con tanto esfuerzo
como le era posible. La multitud le gritaba que
era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez
con más fuerza, hasta que finalmente salió del
hoyo. Las otras le preguntaron: “¿No
escuchabas lo que te decíamos?” La ranita les
explicó que era sorda, y creía que las demás
la estaban animando desde el borde aesforzarse
más y más para salir del hueco.





Moraleja:

La palabra tiene poder de vida y de muerte.
Una voz de aliento a alguien que se siente
desanimado puede ayudarle a terminar el día,
mientras que una palabra negativa puede
acabar por destruirlo. Cualquiera puede decir
palabras que roben a los demás el espíritu que
les permite seguir la lucha en medio de
tiempos difíciles. Tengamos cuidado con lo que
decimos, pero sobre todo con lo que
escuchamos.

Del libro "La culpa es de la vaca"

La soledad de los números primos

    " Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales y están, como todos los demás, emparedados entre otros dos números, aunque ellos más separados entre sí. Son números solitarios, sospechosos, y por eso encantaban a Mattia, que unas veces pensaba que en esa serie figuraban por error, como perlas ensartadas en un collar, y otras veces que también ellos querrían ser como los demás, números normales y corrientes, y que por alguna razón no podían. (...)
En primer curso de la universidad había estudiado ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los matemáticos llaman primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos, ya que entre ellos siempre hay un número par que les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43 (...)
Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos."



Extracto del libro "La soledad de los números primos" de Paolo Giordano





"La palabra que sana"

Hojas en blanco sobre mi mesa,
paredes, viejos cuadernos,
no escribo mis palabras,
las vomito,
como quien sufre de
descompostura mental.