El mundo desde mi pecera

"Dicen que la memoria de algunos peces apenas supera unos pocos segundos. Tiene gracia si vives en una pecera: a cada vuelta, puedes descubrir y descubrir, una y otra vez, el mismo castillo sumergido. También tiene su inconveniente siniestro. La memoria del pez es tan corta que, a cada rato, debe acordarse de respirar. Toda su vida se resume en una infinita sensación de ahogo."

lunes, 30 de diciembre de 2019

La difícil tarea de decir adiós


       No hay palabras. Solo un silencio ensordecedor. Un viento helado que recorre el cuerpo y enmudece el alma. No hay palabras, solo llanto, y unas ganas inmensas de gritar hasta que la voz estalle. No hay palabras, hay tristeza infinita y un vacío en el alma. Y preguntas, preguntas que retumban en la cabeza en cada momento y nunca hay una respuesta.Supongo que el silencio siempre fue tu aliado.
 Quizás así se forjó nuestra amistad, entendiendo nuestros silencios, descifrándolos, haciéndolos nuestro lenguaje propio y particular. Bastaba una mirada, o quizás a la distancia un mismo pensamiento. 
Y es que desde el primer día, hace ya 30 años, te convertiste en mi hermana.Y como toda hermana eras una molestia. ¿Tanto te costaba entender que si yo hacía una línea divisoria en el banco de la escuela no tenías que cruzarla? Y esa manía de masticar chicle haciendo ruido sólo para fastidiarme mientras me mirabas y te reías. Y nunca pero nunca me devolvías lo que te prestaba, eras el mismísimo triángulo de las bermudas. Y esa maldita costumbre de acordarte de todo y de todos, ¿cómo hacías? Y esa risa constante, contagiosa y hasta a veces desubicada. Y esos veranos que en vez de ir a la playa veraneábamos en la biblioteca pública, seguro que iba por tu culpa porque siempre fuiste una mala influencia para mí (ñoña, me decías, ñoña serás vos, respondía) Y esa ropa y esos aros tan típicos tuyos. Y esa fuerza y esa garra y esa lucha constante por ser feliz. 
Eras una molestia hermana, una molestia luchadora, loca, divertida, resiliente, especial, un torbellino que a su paso siempre dejaba huellas. Es por eso que no logro entender por qué, por qué decidiste irte, por qué no logré sostenerte a tiempo.
No, no hay palabras. Porque entre vos y yo hermana, el silencio era nuestra forma de comunicarnos. Así que no voy a escribir acá lo que seguramente ya has leído en mi mente.¿Acaso no decías siempre que yo era tu espejo?
Ya borré la línea del banco amiga, podés cruzarla.



viernes, 22 de febrero de 2019

ABANDONO



"A todos nos abandonaron un día.
Y cuando digo abandonar, no me refiero sólo a un acto extraordinario. Traumático. No. Es más simple. Pero duele igual.
A todos nos abandonaron en el medio de un quilombo. En el inicio de un proyecto. En el placer del logro cumplido. En el momento menos pensado. En el momento más esperado. A veces pasa, que te das vuelta y no tenés quien te junte los mocos, quien te dé la palmada en la espalda, quien te guiñe el ojo cuando algo te salió bien y quien te limpie las rodillas cuando te fuiste al pasto.
Todos sabemos de la soledad que se siente cuando nos sentimos solos. Porque todos fuimos abandonados un día. Y entonces, encontramos un secreto tristísimo, un acto paliativo, para tapar ese pozo. Vemos gente que se come la angustia tragándose un paquete de cigarrillos, el otro que corre y corre como un loco a ver si el viento en la cara le vuela ese agujero en el pecho. Personas que se come las uñas junto con los nervios y la ansiedad paralizante. Paquetes de galletitas que van a parar a la boca sin noción de que lo que se intenta matar, no es el hambre. O por lo menos , no ese. Pibes que se perforan la nariz y las venas, con alguna que otra cosa que lo pase a otra realidad por un par de horas. El otro se pone a jugar lo que no tiene. Vos comprarás compulsivamente cosas que no necesitás, para sentirte un poco vivo por un instante. Y yo me quedaré mirando una película, que me habilita disimuladamente a llorar mirando afuera, lo que no tengo ganas de mirar adentro. Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos, es cuando más nos castigamos. Porque todo eso que te comés, te come a vos. Te pone peor.
Te suma al abandono, la culpa de hacer algo que sabés que no es genuino. Que no es lo que querés. No comés así por hambre. No corrés por deporte, cuando te estás rajando de vos. No te intoxicás por placer. No te acostás con esa mina por amor . Tapás. Escondés. Tirás abajo de la alfombra. Cerrás los ojos. Te ponés un bozal y un par de auriculares para no escuchar tu corazón. Date cuenta. Te estás comiendo a vos. Y quizá, el secreto esté en frenar. En sentir. En recordar, que en ese abandono lo que te falta, es lo que tenés que buscar.
Amor. Quizá sea hora de pedir ese abrazo. De acostarte en las rodillas de tu mamá. De poner la pava y llamar diciendo, sí, te juro que te necesito. Es ahora. Después no. Ahora. Andá a esa casa. Hablá con quién te escucha. Llorá. Gritá. Decí. Vomitá. Pedí. Da. Ahora.
Hacer malabares, en medio del despelote, no tiene más que un resultado despelotado. Resultado que no va a curar la herida que te sangra, porque le estás metiendo una curita. Y las curitas no curan. Las curitas tapan. Y vos sabés muy bien que el dolor tapado no es dolor sanado.
Pará un poquito. Mirá en el espejo de tu alma. Frená. Mirá lo que te falta y salí a buscarlo en dónde creas que lo puedas encontrar. De verdad.
No revolotees como mosca en platos vacíos. Pedí lo que necesitás si ves que solo no podés.
Porque no hay peor abandono que el que se hace a uno mismo. Con eso no se juega. No tenés derecho."



domingo, 17 de febrero de 2019




El espejo durmiendo en mi cuerpo.
La lámpara fría comiendo
lentamente mis pies.
El  mar en mis ojos.
El aire en mis manos.
La puerta entreabierta
acuchillando mi nombre.
Y veo
nubes de silencio
abrazadas a los árboles caídos.
Y vos,
recostado en mis párpados
mientras una luz
llora en mis ojos,
y un pez nada en mi
 vientre vacío.
Y gritos silenciosos
se ocultan
en el borde de la ausencia.
Y aquí la nada.
La nada sentada en mi regazo
cantando un canción de cuna.

jueves, 6 de julio de 2017

                                                                                              “..Solo quiero un descanso de piedras
y de lanas..
Walquing araund        Pablo Neruda


Sucede que me canso de ser yo
                Y escapo siendo ella…
Sucede que a veces también ,  me canso de ser ella.
                Y vago sin saber quien soy , con ojos ausentes…
                                                                                                              Sin querer ser vista
                Y lo logro, soy invisible ante sus ojos.
Sucede que me canso de no ser, de tratar de ser…
De pasar a travez de las paredes, como un fantasma
                Que nadie note mi ausencia/presencia
A veces me pregunto si en verdad soy, si existo…
No tengo respuestas…
                                               Me fui y ella no me escucha
Sucede que a veces quiero habla, pero mis palabras son pequeñas
                                               Y escapan a las miradas
Sucede que siempre escucho, aunque mis ojos parezcan sordos
Sucede que lo extraño…
Y el no
Y a veces me canso de respirar
Sucede que hoy me deje caer….



jueves, 27 de abril de 2017

Bolero

Bolero


Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Y este fragmento:
La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.



martes, 25 de abril de 2017

"Te prefiero viva" - Carta de Cortázar a Pizarnik

  
     Mi querida, tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo a punto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza –y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.
Escríbeme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.
Julio.
París, 9 de septiembre de 1971



domingo, 28 de agosto de 2016

El gato negro


   "Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por el centro de la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo agarré y, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al instante se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separaba de un golpe del cuerpo; y una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Saqué del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras seguía sujetando al pobre animal por el pescuezo y deliberadamente le saqué un ojo. Me pongo más rojo que un tomate, siento vergüenza, tiemblo mientras escribo tan reprochable atrocidad."
(...)
   "Yentonces se presentó, para mi derrota final e irrevocable, el espíritu de la PERVERSIDAD. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu. Sin embargo, estoy tan seguro de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano... una de las facultades primarias indivisibles, uno de los sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en los momentos en que cometía una acción estúpida o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que nos enfrenta con el sentido común, a transgredir lo que constituye la Ley por el simple hecho de serlo (existir)? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y ese insondable anhelo que tenía el alma de vejarse a sí misma, de violentar su naturaleza, de hacer el mal por el mal mismo, me empujó a continuar y finalmente a consumar el suplicio que había infligido al inocente animal. Una mañana, a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol, lo ahorqué mientras las lágrimas me brotaban de los ojos y el más amargo remordimiento me retorcía el corazón; lo ahorqué porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivos para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que pondría en peligro mi alma hasta llevarla- si esto
fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del dios más misericordioso y más terrible."

"El gato Negro" Fragmento del cuento de Edgar Alan Poe