El mundo desde mi pecera

"Dicen que la memoria de algunos peces apenas supera unos pocos segundos. Tiene gracia si vives en una pecera: a cada vuelta, puedes descubrir y descubrir, una y otra vez, el mismo castillo sumergido. También tiene su inconveniente siniestro. La memoria del pez es tan corta que, a cada rato, debe acordarse de respirar. Toda su vida se resume en una infinita sensación de ahogo."

sábado, 24 de marzo de 2012

Memorias de una empleada hospitalaria.

   Cada pequeño espacio es un mundo propio, y el hospital es un mundo aparte, con sus reglas de juego y sus mecanismo de ataque y de defensa. Me dijeron una vez "o te adaptás al sistema o te vas", ni una cosa ni la otra. El hospital sacó lo mejor y lo peor de mí, aprendí que no soy tan buena de lo que creía y que puedo defenderme ante situaciones de ataque, y saqué fuerzas donde creí que no existían y me redescubrí; para eso creo que sirven todas esas persona que viven buscando la manera de hacerte la vida insoportable en el trabajo, son pruebas a tu fortaleza de espíritu, a tu paciencia, a tu madurez. Siempre hay que medir a tu enemigo y saber a quién vale la pena responderle o no. Hablando así pareciera que el hopital es un ring de combate y en cierta forma lo es. Luchamos contra el sistema contra la mediocridad, contra nuestros propios compañeros y contra nosotros mismos.
    Hoy me reintegré y fué tan feo sentir la mediocridad corriendo en mis venas al volver a la monotonía del trabajo, realizando las mismas tareas, los mismos movimientos, viendo las mismas caras, que aunque sean buena gente, son las mismas caras, y te pican los pies por salir corriendo de ahí, correr como loca, porque sentís cómo el hospital te devora, te transfoma en un animal de costumbre, te desgasta y terminás por resignarte, por bajar los brazos, por dejar de luchar.
    Hoy me reintegré y quería irme, abandonarlo todo por un mínimo cambio, por un aire que no huela a podredumbre, por paredes que no lloren, por pisos que no griten de suciedad y de miedo, por un minuto sin la muerte rondando por los pasillos.
   Cada lugar es un mundo propio, cada persona lo es, y es tan difícil no fagocitarse con la chatura mental que te persigue sabiendo que somos presa fácil, conociendo nuestras debilidades, utilizandola para beneficiar a los más "fuertes", y cómo lo hace?, lo hace a través del sistema que premia la vagacia y la mediocridad y castiga el trabajo duro con más trabajo o con mayor persecución; y al final de tanto trabajar viendo a los de brazos caidos salir beneficiados uno termina por sentirse un tonto, y cuando llega ese momento, el momento en que uno decide dejar de trabajar a todo su potencal y seguir el camino de "los otros" trabajando lo mínimo indispensable, ahí es cuando la mediocridad se apoderó de vos y es tan difícil salir que terminás convirtiéndote en uno de ellos, o aislado totalmente, o con crisis de stress por aguantar las ganas de poner en su lugar a más de uno, por la impotencia que produce ver tanta negligencia, tanto abandono, tanto desgano...
Hoy me reincorporé y encontrarme con todo esto de nuevo me hizo pensar, ¿habrán tenido razón cuando me dijeron que o me unía a la mayoría o me iba? No sé, sigo creyendo que puedo contra el sistema, o por lo menos sigo creyendo que no soy presa de la mediocridad, pero eso mismo piensan todos los mediocres, quizás ya es tarde, quizás ya soy una de ellos...