El mundo desde mi pecera

"Dicen que la memoria de algunos peces apenas supera unos pocos segundos. Tiene gracia si vives en una pecera: a cada vuelta, puedes descubrir y descubrir, una y otra vez, el mismo castillo sumergido. También tiene su inconveniente siniestro. La memoria del pez es tan corta que, a cada rato, debe acordarse de respirar. Toda su vida se resume en una infinita sensación de ahogo."

viernes, 9 de diciembre de 2011

La ranita sorda...


Si hay algo que más me cuesta modificar de mi personalidad es darle la importancia justa a las cosas y a las personas, me cuesta no sentirme herida cuando alguien me dice algo que me daña, pero a veces no vale la pena escuchar, y sin embargo lo hago y me afecta. Encontré este pequeño cuento y lo adoré, hay que hacer oídos sordos a todos aquellos que solo tienen palabras negativas para con nosotros, los que te tiran abajo, los que no te dejan ni soñar. Espero que les guste y les sirva para saber que nada ni nadie puede impedir que logres tus objetivos y seas feliz, siempre hacia adelante y luchando.

La ranita sorda

Un grupo de ranas viajaba por el bosque,
cuando de repente dos de ellas cayeron en un
pozo profundo. Las demás se reunieron
alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo
que era, le dijeron a las caídas que, para efectos
prácticos, debían darse por muertas. Sin
embargo, ellas seguían tratando de salir del
hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían
que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas atendió a lo que
las demás decían, se dio por vencida y murió.
La otra continuó saltando con tanto esfuerzo
como le era posible. La multitud le gritaba que
era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez
con más fuerza, hasta que finalmente salió del
hoyo. Las otras le preguntaron: “¿No
escuchabas lo que te decíamos?” La ranita les
explicó que era sorda, y creía que las demás
la estaban animando desde el borde aesforzarse
más y más para salir del hueco.





Moraleja:

La palabra tiene poder de vida y de muerte.
Una voz de aliento a alguien que se siente
desanimado puede ayudarle a terminar el día,
mientras que una palabra negativa puede
acabar por destruirlo. Cualquiera puede decir
palabras que roben a los demás el espíritu que
les permite seguir la lucha en medio de
tiempos difíciles. Tengamos cuidado con lo que
decimos, pero sobre todo con lo que
escuchamos.

Del libro "La culpa es de la vaca"

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