El mundo desde mi pecera

"Dicen que la memoria de algunos peces apenas supera unos pocos segundos. Tiene gracia si vives en una pecera: a cada vuelta, puedes descubrir y descubrir, una y otra vez, el mismo castillo sumergido. También tiene su inconveniente siniestro. La memoria del pez es tan corta que, a cada rato, debe acordarse de respirar. Toda su vida se resume en una infinita sensación de ahogo."

jueves, 28 de mayo de 2015

La casa del campo

  Recuerdos de mi niñez


    Cuando lo vi por primera vez mirando hacia afuera por la pequeña ventana del baño no le pregunté nada, aunque me intrigó bastante. Era de noche y en medio del campo nada podía verse más que oscuridad, ninguna casa a kilómetros, ningún poste de luz; entonces qué miraba?
   La segunda vez tampoco le pregunté, pero entré al baño y me paré junto a él; al verme, apoyó su mano en mi cabeza y sólo dijo – parece que viene tormenta- y se alejó de la ventana llevándome consigo.
   Él era un hombre callado, tranquilo, reservado. Daba la falsa impresión de ser poco demostrativo afectivamente, pero yo podía sentir su cariño en los pequeños detalles. Cuando íbamos a visitarlo él era el encargado oficial de prepararnos el desayuno, su mate cocido especial (aún recuerdo su sabor, su aroma). El perro de la casa, tenía la entrada absolutamente  prohibida, a excepción de los días que estábamos allí que se le permitía entrar para darnos los buenos días a mi y a mi hermano; yo me sentía feliz cuando Jack (el perro) entraba, no solo por él, sino porque mi abuelo estaba rompiendo una regla muy importante para él, y eso era una demostración de cariño inmensa para mi. Yo era una niña de unos siete años que lo perseguía para todos lados, caminaba junto a él mientras cortaba el pasto quitándole las piedras del camino, y me sentaba a su lado cuando por la tarde se sentaba en silencio en las escaleras de la entrada de la casa, respetaba su silencio y no lo interrumpía, sólo me sentaba junto a él y mientras estábamos así, callados, uno junto al otro, yo era la personita más feliz del mundo; como niña me preguntaba -qué estará mirando?, allí no hay más que pájaros y árboles-  Hoy como adulta me pregunto, “- qué estaría pensando?.
   La tercera vez que lo vi mirando por la ventana del baño me preocupé, tuve la idea de que vigilaba, cuidándonos, y con ese pensamiento todos los monstruos de la infancia aparecieron. Él notó mi mirada y al instante me dijo  -Buscá tu banquito de madera- Tomé el mío y él tomó el suyo; al rato estábamos sentados afuera, en medio de la nada, en la oscuridad absoluta,  -es una boca de lobo - decía siempre y a mi me encantaba esa expresión.
 -Sabés lo que busco cuando veo por la ventanita?- No-, le respondí, aunque creía saberlo, pero su respuesta me sorprendió.
-Mirá el cielo- me dijo, - cuanto más oscura es la noche, más estrellas podemos ver. Miré hacia arriba y me encontré con miles y miles de lucecitas. -Pero aunque son hermosas, yo no sólo miro eso, lo que busco es otra cosa- me miró haciendo una pausa, -yo busco Ovnis.
Bajé mi vista del cielo y lo miré alucinada, - Ovnis?, de verdad buscás Ovnis?- Si, me dijo, - y hoy si querés me podés ayudar. Decir que esas palabras me pusieron feliz es poco, - Si, quiero!- le dije con una sonrisa de oreja a oreja. -Bueno, pero tenemos que estar alertas, siempre mirando al cielo, así que mientras tanto vamos a hacer algo más, querés?- y sin dejarme contestar me dijo, “-vamos a contar cuántos satélites y estrellas fugaces encuentra cada uno y… mirá, ahí va un satélite, un punto para mi!- gritó contento. Volví a mirar al cielo y comencé a contar. Veintisiete años después aún no he bajado la vista del cielo.







P/D: Gracias abuelo por enseñarme a creer, por dejarme soñar, y gracias por no decirme que lo que buscabas por la ventanita no eran mis monstruos infantiles imaginarios, sino los reales.







martes, 26 de mayo de 2015

Extrañarte...



“… Y una tarde notó que él ya no le escribía. Sintió un hueco helado en el pecho y sus huesos hacerse polvo.
Se recostó en el suelo y deseó —por primera vez en su vida— ser solamente agua, ser lágrimas y dejarse absorber por la tierra. Cualquier cosa sería mejor que extrañarle.”


— Malaci (Frida del alma mía)




lunes, 18 de mayo de 2015

La sociedad de los poetas muertos



“La verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos. La estiras, la extiendes y nunca es suficiente. La sacudes, le das patadas, pero no llega a cubrirnos. Y desde que llegamos llorando hasta que nos vamos muriendo solo nos cubre la cara, mientras gemimos, lloramos y gritamos.” 





Malditos poetas


Un poco más de Frida...


"Mereces un amor que te quiera despeinada,
con todo y las razones que te levantan de prisa,
con todo y los demonios que no te dejan dormir.
Mereces un amor que te haga sentir segura,
que pueda comerse al mundo si camina de tu mano,
que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.
Mereces un amor que quiera bailar contigo,
que visite el paraíso cada vez que mira tus ojos,
y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.
Mereces un amor que te escuche cuando cantas,
que te apoye en tus ridículos,
que respete que eres libre,
que te acompañe en tu vuelo,
que no le asuste caer.
Mereces un amor que se lleve las mentiras,
que te traiga la ilusión,
el café y la poesía."

(Frida Kahlo)





"Mi queridicima Mamacita
deceo que paces tu …
día muy feliz y contenta
como todos los
días como estos, y resibe
de tu hija muchos
vesitos y abrazos muy
apretados"



-Carta que Frida le escribe a su mamá, parte del Archivo del Museo Frida Kahlo.-

Verdugo de mis días...

-¡El espejo! Verdugo de mis días, de mis noches. Imagen tan traumatizante como los propios traumatismos. Todo el tiempo esa impresión de ser señalada con el dedo. “Frida, mírate”. ‘Frida, contémplate". Ya no hay sombra de verdad dónde esconderse, ni cueva dónde retirarse, entregada al dolor, para llorar en silencio sin marcas en la piel. Comprendí que cada lágrima traza un surco en la cara, por joven y tersa que sea. Cada lágrima es una fragmentación de la vida.
Escrutaba mi rostro, mi mínimo gesto, los dobleces de la sábana, su relieve, las perspectivas de los objetos dispersos a mi alrededor. Durante horas, me sentía observada. Me veía. Frida adentro, Frida afuera, Frida en todas partes, Frida hasta el infinito.-